Que palabrón, skydiving! O lo que es lo mismo, salto en paracaídas. Eso es lo que realicé este pasado sábado con aerobalas. Una cosa menos que me falta por hacer antes de morir (de causas naturales y ya jubilado y sano, si es posible).
Aunque nos citaron a las 8, el salto no se produjo hasta las 12. Toda una larga y tensa espera, mientras esperábamos nuestro salto, veíamos a las anteriores víctimas caer poco a poco. Después de eso, te colocaban un mono y un arnés, con lo que tu esperaba se hacía más pesada hasta el momento fatídico en el que veías volver a la avioneta justo antes de tu turno, unos segundos después, una vez ya doblado de nuevo el paracaídas que debía parar con ayuda de la resistencia del aire a la cruel y vertiginosa fórmula del v=√(2·g·h), siendo h 4.000 metros de altura, más alto que el Teide.
Tu avioneta empieza a rugir, y te subes a ella, poco a poco ves entre el ruido del aire que entra por la ventana y el del motor como te vas separando del suelo y lo vas viendo todo más pequeñito, cada vez más pequeñito. Así durante 20 o 30 minutos, hasta que la temperatura pasó de los 30º a los 8º centígrados, entonces llega el momento fatídico en el que el monitor te sujeta fuerte el arnés, el de la avioneta para el motor, dejando todo en silencio, el cámara que te graba sale fuera, y a ti te empujan poco a poco hacia el exterior, te empuja la cabeza hacía él para que no le golpees con el golpe de viento. Ya no hay macha atrás, tres segundos en la puerta de un precipicio que se hacen muy largos.
Despegue de la avioneta
Y después, todo adrenalina, tres segundos en el que el estómago da la vuelta sobre sí mismo, y después, empieza la bueno. Mis primeros segundos me los pasé mirando al suelo, alucinado con la caída, después el monitor me vuelve a levantar la cabeza para mirar al cámara, y empiezas a hacer todas esas cosas de levantar el dedo pulgar y agitar los brazos que pensabas que no ibas a hacer, pero ahora no se te ocurre otra cosa, estás en máxima tensión. Tras esos segundo, un golpe, y todo en calma, te quedas colgando en medio de la nada, el silencio absoluto en un mundo ingrávido. Los últimos minutos te los pasas haciendo 'loopings' con el parapente, llegando casi a dar la vuelta sobre ti mismo por causa de la fuerza centrípeta (¿o centrífuga?). Después, un aterrizaje suave, en el que todavía estás pensando en la experiencia que acabas de vivir. ¡¡¡Yo quiero repetir!!!
El vídeo de lo ocurrido, la música horterilla pero bueno
La envidia me corroe.
ResponderEliminarguay reketeguay